PORQUE TODOS LO FUIMOS, LO SOMOS & LO SEREMOS ALGUNA VEZ MÁS

POR QUÉ LEERME
Qué avergonzada me sentí mi primera vez. La presión de querer hacerlo bien y destacarme en ello pese a que nunca lo había hecho antes se acumulaba sobre mi espalda. Sentí pena, nervios, e incluso mis manos temblaban. Las mariposas en el estomago eran reales, o tal vez haya sido solo cuestión de acidez estomacal. Y aunque traté de deshacerme de estas sensaciones, fue inevitable sentirlas.
No importa si se trata de tu primer beso, el primer día en la escuela, la primera entrevista de trabajo, o tu primer día en una nueva oficina, parte esencial del proceso es poder aprender a tolerar la incomodidad de no saber hacer las cosas aún, equivocarse y no morir en el intento.
Si de niño te daba pena hablarle tú directamente al mesero, esta columna es para ti.
COLOMBIANA, ABOGADA UNIANDINA, COCINERA, ESCRITORA AMATEUR, ESPOSA PRIMIPARA